domingo, 27 de septiembre de 2015

Los niños no se han vuelto más tontos. Faltan sistemas educativos más inteligentes

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La tecnología está cambiando el entorno en el que nos movemos de forma radical. No sólo para nosotros, adultos, sino también para ellos, niños. Su vida diaria se ve envuelta de forma progresiva en más y más herramientas tecnológicas y digitales: ordenadores, teléfonos, tabletas, ¿relojes? Ese entorno, como es lógico, está cambiando su modo de ver el mundo. Su modo de aprender. Y eso incluye a las escuelas y colegios. ¿De qué modo está cambiando el sistema educativo a partir de las nuevas tecnologías? ¿La revolución digital está mejorando o empeorando nuestra educación?

 La pregunta es pertinente. No en vano, Internet tiene infinitas herramientas a disposición de profesores y alumnos, pero también se observa como un permanente foco de distracción que abstrae al alumno y dispersa su atención en clase. Al igual que en el resto de facetas de nuestras vidas (laborales, sociales, económicas), la educación moderna se enfrenta a un reto que ha de resolver de forma exitosa a largo plazo: de ello depende el futuro de los niños del presente.